jueves, 14 de agosto de 2008

Gotas de Esperanza

Gotas de Esperanza

Miró por la ventana la lluvia que caía, y tomo el último trago de un café que se había enfriado hace ya un largo rato, era un día gris y frió, como todo lo que había estado pasando en su vida esos últimos meses. Todo parecía oscurecerse y enfriarse en su vida, la muerte de su madre le había afectado mucho, haber perdido el trabajo, y finalmente el hecho estar a punto de separarse de Daniel, sin siquiera saber por que, eran situaciones que la tenían muy mal, realmente muy mal, tomo el pequeño espejito de su bolso y se maquillo lo mejor que pudo los ojos, para ocultar tras la pintura la hinchazón de haber llorado tanto y de haber dormido tan poco.

De pronto miro el reloj de la pared y se dio cuenta de que para empeorar las cosas ya estaba atrasada nuevamente esta semana y en este nuevo trabajo; de las pocas cosas buenas que le habían pasado el último tiempo; eran exigentes al máximo y no tenia las cosas muy fáciles con su jefe, salio apresurada de su departamento y llegar hasta el tren subterráneo fue una odisea, tanto por la lluvia que no paraba de caer y se comenzaba a juntarse en las calles, como por el trafico infernal de esa hora de la mañana, se bajo del bus y corrió por mas de una cuadra, corrió a pesar de la lluvia, corrió aquella cuadra que le separaba de la estación del metro. Bajo las escaleras apresuradamente, cuando se detuvo y aun jadeante por el esfuerzo vio a abrirse las puertas del carro delante de ella, en la estación siguiente se desocuparon unos asientos del vagón donde viajaba y fue a sentarse para recuperar el aliento y descansar del esfuerzo, puso su cartera encima de sus piernas y la apretó fuertemente con sus blancas manos, casi inmediatamente su mirada se perdió en medio de la gente y sus pensamientos irremediablemente volvieron a la noche anterior, recordó inevitablemente la discusión con Daniel, las cosas hirientes que se dijeron y que al menos ella no sentía realmente y finalmente la puerta cerrándose lentamente frente a su cara al irse su marido, sus ojos se volvieron a llenar de lagrimas y no pudo retener esa lagrima con rimel negro que se escapo y rodó por su mejilla, no se percato en que minuto se había sentado frente a ella un anciano de cabellos blancos y un fino y cuidado bigote tan blanco como su pelo, que la miraba tiernamente, el hombre cambio de mano su elegante bastón y llevo su mano derecha al bolsillo de su chaqueta, saco un blanco e inmaculado pañuelo con una letra M bordada y se lo ofreció, ella sin decir una palabra, tan solo con un gesto lo rechazo y bajo la cabeza, el no insistió, sin embargo el viejo se reclino un poco como para quedar mas cerca de ella y le dijo, lo que mas duele es pensar en los tiempos buenos que ya no están aquí. Ella levanto simplemente la vista y vio al anciano tomar nuevamente su postura y volver a mirarla con esa mirada serena y tierna, aun con las palabras de él sonando en sus oídos pensó en su madre, recordó cuando la peinaba, como se sentaba en una silla, la ponía entre sus piernas y pasaba por sus cabellos el cepillo una y otra vez hasta dejar su cabello como seda, pensó como la cuidaba cuando estaba enferma o consolaba cuando tenia pena, pensó como se fueron distanciando a medida que ella creció, pensó en su primer trabajo, como saliendo de la universidad con sus ganas e ideas nuevas pudo lograr subir en la compañía, hasta que un nuevo gerente no coincidió con sus métodos y la despidió sin pensar en los años entregados, pensó en Daniel cuando se conocieron, como le gusto inmediatamente, lo cariñoso que eran ambos cuando eran novios, las cosas simples que hacían juntos y que los hacia tan felices, como se pasaban las tardes enteras escuchando blues y tomando aquel vino blanco que a ambos les gustaba tanto…aquel que hace tanto ya ni siquiera compraban, pues ninguno tenia mucho tiempo o simplemente quizás por que se olvidaron alguna vez de incluirlo en sus compras mensuales, así como habían olvidado hacerse cariño, decirse que se amaban o solamente tomarse de la mano al acostarse, de sus ojos brotaron lagrimas nuevamente, lagrimas que no pudo contener, el hombre nuevamente ofreció generosamente su pañuelo, esta vez ella lo acepto, pues no podía parar de llorar, no le importo la gente que aun viajaba en el tren, no le importo no conocer a ese anciano, solo tenia ganas de que alguien la abrazara y consolara, como lo hacia su madre, entonces el viejo se reclino nuevamente como lo había hecho anteriormente, y nuevamente le hablo, esta vez su voz pareció mas dulce y confortable que antes, le pareció como si la abrazara, entonces el le dijo, no te preocupes, si realmente se aman volverán a estar juntos, si son problemas de dineros se solucionaran, el dinero debe ser de las cosas que viaja mas en este mundo y si alguien ya partió a reunirse con Dios, estará pidiendo por ti y por tu tranquilidad desde lo alto, ella le regalo una sonrisa que se mezclo con lagrimas que aun caían de sus ojos, que manchados por la pintura la hacían ver realmente graciosa, y entones el agrego, te puedo asegurar que todo pasara, todo estará bien, la vida tiene la particularidad de mostrarnos momentos maravillosos, pero también nos muestra algunos que no quisiéramos vivir, sin embargo te puedo asegurar que todos estará bien y el tiempo curara esa herida que hoy te duele y hace derramar lagrimas de esos bellos ojos. Ella quiso agradecer las palabras de consuelo y contarle cuales eran sus penas, quiso devolverle el pañuelo que estaba algo húmedo y con manchas negras, como las nubes que había mirado aquella mañana por la ventana, el nuevamente con su calida voz, le dijo, hágame el favor de conservar el pañuelo, le recordara que todo estará bien y que este mal momento pasara pronto, ella quiso hablar, pero no hubo ninguna palabra que saliera de su boca, entonces el le regalo una sonrisa llevo su mano hasta su mejilla y le saco una lagrima que escapaba nuevamente, luego se bajo en aquella estación, ella lo acompaño con la mirada aun húmeda por las lagrimas que quedaban todavía, acompaño su paso tranquilo y firme, hasta que se perdió en la estación en medio de la gente, se perdió de su vista finalmente ya que el tren siguió su camino y ella seguía en el.

Afuera las calles se inundaban por la lluvia que seguía cayendo, mientras que en el interior de un vagón de tren subterráneo, caían las últimas gotas de unos bellos ojos, unas manos blancas guardaban un blanco pañuelo de ilusiones y esas últimas gotas que caían eran de esperanza, gotas que lavaban heridas y limpiaban almas y dejaban alumbrar los rayos de un sol interior que comenzaba a brillar nuevamente.


Manuel Alejandro



1 comentario:

-'- N -'- dijo...

Hola!!

Gracias por pasar a mi blog y sobre todo dejar un comentario, pues heme aqui devolviendote la visita tienes un lindo blog, en especial este post que acabo de leer me a parecido fasinante, me traslada a un momento esacto y puedo divisar lo ya escrito.

Tienes un lindo blog ojala me permitas seguirte leyendo y poder linkearte.

Hasta otro momento.

Baisers, Adieu.